Una de las consecuencias de las dificultades
económicas que atraviesa nuestro país, ha sido la estigmatización de los
empresarios y las empresarias. Es sencillo entender el porqué, ya que en los
medios de comunicación, se ha mencionado sistemáticamente a la “clase
empresarial” para hablar de Emilio Botín, de Amancio Ortega, de Telefónica… y
de sus reuniones con el Ministro, con el Presidente, con el Rey, con el Papa...
También se habla de la CEOE como “los representantes de los empresarios”, lo
cual ha hecho que el verdadero tejido empresarial de este país (las PYMES, que
constituyen más del 99% de las empresas existentes*) quede impregnado de una
imagen corrupta y sospechosa.
Esta mala utilización del lenguaje, ha generalizado un concepto negativo sobre los empresarios y empresarias. Tener y/o dirigir una empresa se ha convertido a veces en algo de lo que avergonzarse y por lo que justificarse.
Pero bastan unos pocos datos para entender que
la realidad del empresariado de este país es bien distinta, como mencionar que
las PYMES generaron el 65% del empleo en España en 2013 ¡¡a pesar de haberles
negado el crédito!!
Y lo cierto es que para las PYMES, esto es,
para la amplia mayoría del empresariado de este país, las cosas no son tan
fáciles como para este pequeño grupo de “elegidos” del IBEX35, la CEOE o de las
corporaciones y multinacionales que operan en España. Las grandes empresas
juegan en una liga distinta, en la que pueden fabricar en un país, llevar la
contaminación a otro, tener la sede corporativa en un paraíso fiscal, etc. Las
grandes empresas juegan en una liga distinta en la que ni jugamos, ni queremos
jugar. Nosotros apostamos por defender el bien común y no solamente
nuestro bien. ¡En esto nos diferenciamos de muchas grandes empresas
profundamente!
¿De qué debemos avergonzarnos entonces? ¿Por
qué justificarnos? ¿Por qué lo hacemos si nuestro juego es limpio y centrado en
nuestro territorio más cercano? ¿Por que agachar la cabeza si apostamos por el bien
común?
Como empresarios y empresarias debemos ser conscientes de que el papel que
cumplimos en la sociedad es fundamental, y lo es por varios motivos:
1.-
Creamos utilidad. Desde los productos y servicios más
sencillos hasta los más complejos, toda actividad responde a una necesidad
humana. Cada vez que una persona necesita una silla, una casa, comida, un clavo
y un martillo, un abogado, un informático, una lavadora, un masajista, un
préstamo, un libro, un hotel, enviar un paquete… y así un larguísimo etcétera,
puede tenerlo porque alguien, una persona anónima en la mayoría de los casos,
tuvo la visión y decidió comenzar a fabricar o a ofrecer ese producto o
servicio que le resulta útil y necesario a las personas. Además, lo hacemos sin
jugar con juegos sucios de financiaciones opacas, paraisos fiscales, ni los
otros instrumentos que algunas grandes empresas sí tienen a su disposición. Ser
útiles y de forma ética, ¿no es para sentirse orgullosos? Somos importantes
porque somos útiles a la sociedad.
2.-
Creamos riqueza y bienestar. Las estructuras
empresariales crean riqueza y la distribuyen mediante el empleo, por lo tanto
son responsables directas del bienestar y las condiciones de vida dignas de las
personas. ¿No es para sentirse orgullosas? Gracias a nosotras, un grupo de
personas obtiene empleo, formación, experiencia… e ingresos para llevar a cabo
su proyecto de vida. Aunque las grandes empresas, por ejemplo, defiendan la
necesidad de los sueldos bajos, nosotros sabemos que nuestros vecinos y vecinas
deben tener salarios dignos para que puedan vivir con dignidad y puedan
adquirir los servicios que les ofrecemos. O sea, también en este punto jugamos
en otra liga que las grandes empresas que prefieren sueldos de miseria porque
su viabilidad no está unida a la gente de ningún territorio concreto, algo muy
diferente de nuestro caso: queremos el bien de nuestros vecinos y vecinas
porque también contribuye a nuestro bien. Y, en este contexto, nosotros
aportamos mucha riqueza y bienestar.
3.-
Creamos beneficio social y progreso. Las PYMES, tal
como decíamos, a diferencia de las grandes empresas y multinacionales, no nos
podemos permitir crear dolor social de ninguna forma, pues nuestra estructura
es pequeña y frágil, y probablemente nuestro negocio se convertiría en inviable
si sufriéramos el rechazo de nuestros vecinos o clientes. Además, tenemos otra
serie de características que nos hacen, por lo general, estructuras mucho más
humanizadas que las grandes corporaciones: la proximidad a la gente de nuestro
territorio es una de las más importantes. Y queremos seguir siendo así de
sensatos y sensibles para con el bienestar ajeno. ¿No es para sentir orgullo?
Sí, nosotros pensamos que es para sentirse
intensamente orgullosos y orgullosas. Y pensamos que en demasiadas ocasiones se
nos trata injustamente, pues son muchos los falsos tópicos que se asocian a la
actividad empresarial, bien por ignorancia, bien porque se nos asocia con las
élites (esas de las que hemos hablado antes), o bien simplemente porque hablar
es fácil y es gratis.
Pero además, también somos conscientes de que
estamos hechos de una pasta especial, y que habitualmente nos enfrentamos a
situaciones que nos aportan fortaleza y coraje. Así que no tendremos problema
en levantarnos con energía cada mañana, pensando en seguir adelante con nuestra
misión a pesar de las muchísimas dificultades. Y con la cabeza bien alta,
porque estamos orgullosos de ser empresarios. Porque estamos orgullosas de ser
empresarias.
¡Gracias por estar ahí! ¡Sois y somos
imprescindibles!
* Fuente: Ministerio de Empleo y Seguridad
Social y Comisión Europea
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